Mientras preparaba el desayuno para mi hija, pensando qué variedad de frutas le podía ofrecer, y de qué forma atractiva y divertida, para que además de ser saludable, pueda sacarle una sonrisa, me vino a la mente una frase ancestral: “Con la comida no se juega”.
Entonces la carita que había construido con 3 kiwis, una banana y un racimo de uvas (lo que tenía para ofrecerle en ese momento), pasó a ser un disparador de pensamientos y cuestionamientos.
Por un lado, lo obsoleto y perimido de una costumbre que relaciona a la comida con una situación formal y solemne que cada vez fracasa más en relación a la variedad de alimentos y nutrientes que eligen los chicos y chicas. Es decir, cada vez se vuelven más selectivos.
Por supuesto, en un marco donde los alimentos ultraprocesados son los más económicos, de más fácil acceso. Lamentablemente.
Con lo cual, la comida real, los alimentos frescos, frutas, verduras, carnes, etc., parecen cada vez estar más destinados a quienes no sólo quieran consumirlos, sino también puedan comprarlos.
También pensé que juntarse socialmente, muchas veces ocurre alrededor de comidas: almuerzos, cenas, meriendas. “Nos juntamos a tomar unos matecitos”, por supuesto acompañados de facturas, bizcochos, etc.
Estos encuentros sociales alrededor de una comida, implican charlas, debates, discusiones, cuentos, historias, risas, entretenimiento. Uno podría decir que se trata muchas veces, o lo vinculamos, con los aspectos lúdicos de los adultos.
¿Entonces los adultos pueden jugar durante la comida?
Desde ya, hacer una guerra de panes en el comedor de la escuela o del club, es algo que no está bien. Tirar la comida, no está bien. Entonces, ¿no sería mejor decir “La comida no se tira” más que con “La comida no se juega”?
También muchas veces, cuando los chicos quieren jugar con consolas o usar pantallas durante el almuerzo o la cena, decimos “cuando comemos, no jugamos”. ¿Y no sería mejor afirmar “cuando comemos, no se juega a la play”?
Porque debemos considerar la interpretación de un niño al escuchar las palabras de un adulto. La cuestión de ser literales conceptualmente.
Más de una vez me ha pasado en el consultorio al decirle a un niño, mientras reviso su postura parado, “ahora mirá para el otro lado”, y en vez de girar 180 grados, sólo dan vuelta la cabeza. También al evaluar mediante antropometría, al pedirle, “poné el pie derecho sobre la silla”, que se paren sobre ella.
Por qué no podrán interpretar el “no se juega”, como algo tedioso, aburrido, lejos de ser placentero. Entonces lo que podría dar placer es lo que nos invade, porque es lo que fácilmente tiene éxito: sal, grasa y azúcar.
Algunas de las recomendaciones que le damos a los padres de niños y niñas muy selectivos, pasan por hacerlos partícipes de la compra de los alimentos (ir a la verdulería con ellos, por ejemplo), permitirles e incentivarlos a cocinar, y desde ya, predicar con el ejemplo.
Por otro lado, también intentamos integrar sus sentidos, olfato, gusto, tacto, visión…. Para que la comida pueda ser una experiencia, acompañando con información que los pueda estimular a modificar sus hábitos alimentarios. Lo que come Messi, Cristiano, LeBron, o Nadal.
Para lograr el triunfo, nuestra meta, es decir la alimentación saludable, entonces se debe relacionar a la comida con un conjunto de situaciones agradables: estimular los sentidos, información atractiva, momento de placer, satisfacción, y de encuentro.
Entonces yo diría CON LA COMIDA SÍ SE JUEGA.
Dr. Santiago Kweitel
Médico Pediatra y Deportólogo
Siempre bien! Un fenómeno Doc.