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Riesgos del Entrenamiento de la Fuerza

Existe un mito popular, y en parte profesional, sobre la lesión de los cartílagos de crecimiento por entrenamiento de la fuerza en niños, niñas y adolescentes, con el consecuente compromiso del crecimiento, afectándolo de manera tal que no alcanzarían su talla objetivo genética (TOG).

Es decir que “quien entrena la fuerza, se queda petiso”.


En parte, este mito surge de un trabajo científico japonés de 1964, donde se evaluó a unos niños que cargaban bolsas en el puerto y aparentemente se vio comprometido su crecimiento y no habrían alcanzado su TOG. Por supuesto, la población descripta estaba en condiciones socioeconómicas desfavorables, hasta podríamos decir que realizaban trabajo esclavo, sin los requerimientos nutricionales y de descanso cubiertos, bajo presión, lejos del juego deliberado como parte de la formación deportiva, y sin planificación y control de un entrenador y preparador físico.


Con el correr de años y décadas, podemos afirmar que tal mito no tiene ningún sustento científico. Y no solamente no se ve afectado el potencial de crecimiento, sino que quienes realizan un entrenamiento bien planificado y controlado van a ver favorecido su crecimiento y desarrollo, además de mejorar la función cardiovascular, mejorar la composición corporal, disminuir la resistencia periférica a la insulina, mejorar el perfil glucémico, mejorar la calidad musculoesquelética y la formación de la masa ósea, fortalecer la autoestima y generar mayor adherencia a la realización de actividad física de por vida.





A pesar de los beneficios físicos, psicológicos y sociales del entrenamiento de la fuerza, existen ciertos riesgos:

a) Entrenamiento en un ambiente inadecuado para niños, niñas y adolescentes

b) Equipamiento no apropiado y/o diseñado para niños y niñas

c) Inadecuada utilización del equipamiento

d) Cargas y volúmenes de entrenamiento inapropiados para pacientes pediátricos, o progresiones muy agresivas

e) Déficit en la técnica de ejecución

f) Pobre control del tronco, zona media.

g) Desbalances musculares

h) Lesiones previas (como factor predictor de lesión)

i) Características propias del crecimiento, individual y por género

j) Mala relación carga/descanso

(adaptado de una publicación de Faigenbaum, Myer, Nacleiro y Casas)


Para minimizar los riesgos del entrenamiento de la fuerza, recomiendo:

-Realizar una consulta médica preparticipativa, con su pediatra de cabecera o un médico deportólogo especializado en esta población. De manera de determinar la existencia de factores predisponentes a lesiones y/o enfermedades.

-El entrenamiento debe ser planificado y controlado por un profesor de educación física o preparador físico.

-Los niños y niñas no deben entrenar solos, en casa, ni en el gimnasio.

- “Escuchar el cuerpo”. Si hubiesen dolores y/o limitaciones físicas, siempre debe realizarse una consulta médica.

-No guiarse por recomendaciones de entrenamiento, nutrición y suplementación de las redes sociales.


Dr. Santiago Kweitel

Médico Pediatra y Deportólogo

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